¿Por qué necesitamos traductores profesionales ahora que disponemos de traducción automática?

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Marc Duckett

¿Por qué necesitamos traductores profesionales ahora que disponemos de traducción automática?

Hace diez años, en la Edad Media de la inteligencia artificial, abundaban los memes y las publicaciones en las redes sociales que se burlaban de traducciones ridículas o inadvertidamente escandalosas realizadas por ordenadores. Tanto es así que Google Translate, el proveedor de traducción automática más popular del momento se convirtió en sinónimo de traducción chapucera y chocante.

Pero esto ya no es así. En la actualidad, en determinados ámbitos se obtienen traducciones automáticas bastante buenas, de una calidad casi inimaginable hace tan solo una década. Sin embargo, hay otros campos en los que le queda mucho camino por recorrer y distan mucho de ser utilizables.

El avance de la traducción automática ha conllevado que muchas traducciones que solo necesitan ser «suficientemente buenas» ya no se envían a traductores humanos. Sin embargo, un número mucho mayor de textos que antes nunca se habrían traducido, por ser demasiado poco práctico, demasiado caro o llevar demasiado tiempo, se traducen ahora en los teléfonos móviles de millones de personas cada día. La traducción automática es una herramienta maravillosa para mucha gente. 

Imagina que tienes una pequeña empresa que vende cerámica. Antes solo podías comprar a vendedores a los que entendías y con los que podías hablar directamente de la transacción. Ahora puedes traducir de manera fácil e instantánea los sitios web de pequeños fabricantes de todo el mundo. Puede que el resultado no sea perfecto, pero puedes hacerte una idea general y decidir si merece la pena ponerse en contacto con ellos. Puedes establecer el contacto inicial con un correo electrónico traducido automáticamente, y ellos pueden responderte de la misma manera- Ahora se puede establecer contactos comerciales de una forma que antes era inconcebible.

Ahora imagina que, después de todos esos intercambios, quieres firmar un contrato en el que se establezcan las especificaciones técnicas, las condiciones de entrega y las condiciones de pago. ¿De verdad vas a confiar en que lo que firmes sea producto de una traducción automática sin intervención humana?

Probablemente no, porque una vez llegados a ese punto, en realidad hay que estar seguro al 100 % de que lo que se firma es correcto. Ahora formas parte del juego y tienes que cuidar tu dinero y prestigio. Si antes podía arreglártelas sin un traductor profesional, sin duda, para esta fase de negociaciones, lo necesitarás. Y este es un precisamente un ejemplo de cómo la traducción automática no necesariamente le quita el trabajo a los traductores profesionales, sino que en muchos casos amplía el mercado para ellos.

Al igual que hay asuntos legales de los que puedes ocuparte tú mismo, descargando un contrato de alquiler estándar para arrendar una propiedad, por ejemplo (o simplemente comprando uno en una papelería en la época anterior a Internet), cuando la complejidad aumenta un poco y quieres hacer cambios o hay cláusulas o términos específicos que necesitas negociar, entonces es cuando necesitas un abogado de verdad que pueda asegurarse de que no se está infringiendo inadvertidamente alguna norma o reglamento, o redactándolo de una forma que no sabías que podía invalidar todo el asunto.

La traducción automática es bastante buena hoy en día, en algunos casos con hasta un 90 % de precisión. Es perfecta para leer la crónica de un partido de fútbol en una web extranjera, o para comprobar el tipo de comida que sirve un restaurante antes de reservar. Pero los traductores humanos trabajan con estándares mucho más elevados: estamos hablando más bien de una cifra superior al 99,9 %.

Yo no sé montar una cocina, pero conozco a gente a la que se le da bastante bien el bricolaje y podría hacer un trabajo decente por sí misma (tal vez aceptando algunas imperfecciones). Pero incluso ellos necesitarán un electricista o instalador de gas cualificado en algún momento por motivos legales o de normativa y seguridad. Lo mismo ocurre con la traducción. A veces, únicamente se necesita que sea lo «suficientemente buena» para poder hacerse una idea de algo. Pero en otras ocasiones se necesita un profesional para obtener el mejor resultado posible, un resultado óptimo.